Un mes había pasado del aterrizaje del ‘narcoavión’ en un campo privado de Ibicuy, Entre Ríos, donde abandonaron 359 kilos de cocaína. El dueño, al ver el Cessna 210 estacionado en su propiedad, llamó a la Policía. Los investigadores encontraron ladrillos con droga y, después de una intensa investigación, capturaron a Carlos Costas Días, brasileño de 53 años, y a la expareja de este, la Miss boliviana Jade Isabela Callaú (21).
Chabela, como llaman a la joven, ya lleva cuatro semanas en el Pabellón 1 de la cárcel de Ezeiza, donde comparte celda con otras dos mujeres. Patricia Barriga, su madre, pudo visitarla cinco días seguidos, entre jueves y lunes, en lo que se llama “visita extranjera”, por tratarse de una reclusa de otro país, aunque no podrá visitarla hasta dentro de 30 días.
“Llegué a Buenos Aires con muchos nervios, temores y dudas, y debo confesar que me vuelvo a Bolivia con el dolor de ver a mi hija detenida, pero con la tranquilidad de que la vi bien y saber que es inocente. Antes de verla y hablar con ella, dudaba de su palabra, lógicamente, por todo lo que se decía, pero hoy pongo las manos en el fuego. No tengo la más mínima duda de que Chabe no tiene nada que ver”, expresó Patricia.
Sabe que su hija pasará un tiempo detenida, “quizás años, porque integró un vuelo que llevaba drogas y eso es un delito, pero tarde o temprano se conocerá la verdad y Chabelita estará de nuevo con nosotros, en familia”. La madre ha contado a Clarín que su hija mantenía desde hace más de un año “una relación tóxica con Carlos Costas Días, el piloto del avión. Ella se equivocó, estaba enceguecida y atrapada en una relación sin salida, que no podía soltar. Su familia y amigas le pedimos cientos de veces que le dejara, pero siempre volvía… Él es un psicópata, violento y narcotraficante que ya había tenido una condena en Brasil, se escapó a Bolivia y se cambió la identidad. Su verdadero nombre es Leonardo Monte Alto”, ha revelado la mujer.
“Mami por favor, perdóname, perdóname, tenías toda la razón, pero no pude escapar de esa relación. Tenía mucho miedo, estaba amenazada de muerte por él y fui obligada a acompañarlo, no tenía opción”. Arrodillada, balbuceando y “hecha un mar de lágrimas”: así fue el primer minuto del encuentro en el área de visitas de Ezeiza entre Patricia Barriga y su hija Jade Isabela, acusada de posesión de estupefacientes.
“Yo quería terminar la relación –continuó el ruego de la chica en la voz de su madre–, pero Carlos (Costas Diaz) me tenía amenazada, porque, si yo lo dejaba, me repitió que me iba a matar. Y me forzó a hacer este viaje, me dijo que era para visitar a un conocido suyo, yo no tenía idea que estaba en un avión con cargamento de droga”, le confesó a su madre la ex Miss Belleza de San Borja, su ciudad natal.
Néstor Roncaglia, ministro de Seguridad de Entre Ríos y ex jefe de la Policía Federal Argentina, explicó a Clarín que se estaba investigando si “Jade Chabela Callau es hija de un influyente jefe narco de Bolivia”. De hecho, fue enviada desde un principio a la cárcel de Ezeiza por razones de seguridad y no a una comisaría local, por precaución. “Estimábamos que, estando en una comisaría provincial, podrían intentar rescatarla, con lo cual nos pareció prudente que estuviera en la órbita del Servicio Penitenciario Federal”.
Se anima a sonreír Patricia cuando se le comenta este fuerte rumor sobre su hija: “¿Hija de un influyente jefe narco? No se puede creer. Nosotros somos humildes, yo tengo mi almacén y alquilo la casa donde vivo. Y el supuesto jefe narco, mi marido, trabaja en el sector de vigilancia en la intendencia de San Borja. Nos conocen todos”.
Menea la cabeza, entre dolida y mortificada, “porque nos han ensuciado gratuitamente. Mi hija se equivocó, pero se equivocó en la elección de pareja, porque ella no es narcotraficante. La obligaron y estoy casi segura de que tampoco ha probado droga alguna.
Si mi marido Luis o mi hija fueran narcotraficantes, ¿vos te pensás que yo viajaría dos días en micro de Bolivia a Argentina? ¿Vos creés que mi hija no me ayudaría con mil, cinco mil o diez mil dólares de estar metida en las drogas? ¿O no tendríamos nuestra propia casa? Yo, para venir a Argentina, tuve que hacer una colecta y vender rifas”, explica agobiada.
Patricia comenta que conoció a Carlos Costa Días en San Borja. “Yo hasta fui a su casa acompañando a mi hija y advertí que es el típico embaucador. Aparenta una cosa y realiza totalmente lo contrario. Le dijimos a Chabe que se alejara y ella no lo entendía hasta que entró en razones y lo dejó. Pero eso provocó un hecho de inusual violencia: la pegó cuando ella lo abandonó… Se volvió loco, estaba hecho un demonio y la golpeó a ella y a mí cuando intervine para ayudarla. El 16 de diciembre hicimos la denuncia, la policía ordenó una perimetral pero él siguió hostigándola”.
Reconoce que no se recuerda tan enfurecida como aquél día en el que se enteró que Chabela había vuelto con Costa Díaz. “Mi hija se fue a estudiar psicología a Trinidad, otra ciudad, y yo, estando en San Borja, perdí su día a día. Cuando me enteré que estaban juntos otra vez, por teléfono, le dije de todo, no podía entender cómo no se daba cuenta de lo que todos veíamos. Pero como dije, estaba cegada por él, no creo que por amor, sino por ciertos privilegios. Estoy segura que él le daba dinero y le hacía regalos, con lo cual la manejaba como una marioneta”.
A Patricia le dio cierta serenidad ver a su hija en aptas condiciones anímicas y de salud. “Acá las cárceles no son tan malas como en Bolivia. Me dice mi hija que come bien, que tiene dos amigas, que la tratan bien y que está por empezar varios talleres, además de hablar con una psicóloga semanalmente”, sorprende la madre.
“En cuanto a la cuestión judicial, tengo que conseguir más pruebas que demuestren el maltrato y el acoso psicológico que Costa Días ejercía sobre ella. Tengo la denuncia y un vídeo que ayudarán a desenmascarar a este delincuente. Mi abogada quiere desvincularla de él, para no ir los dos al mismo juicio… Sé que mi hija será sentenciada, pero tenemos que lograr la menor condena posible”, ha adelantado.
A Patricia se le viene una imagen de Chabela que le partió el alma: “Mamí, debí escucharte, vos me habías advertido por este desgraciado y yo no quise prestarte atención. Mami perdóname, por favor”, le decía arrodillada. “¿Mi respuesta? La levanté, nos miramos a la cara y le dije: ‘Hija, quizás esta haya sido la única manera forma de que te alejaras de él’, frase que me da calma”, explica la madre de la acusada.
Cuando se despidieron el lunes, después de cinco visitas consecutivas, se abrazaron largos minutos y lloraron en silencio. “Le dejé una Biblia y le pedí que se aferrara a Dios, que siempre está y que el encierro será pasajero, una anécdota amarga en la vida y me volvió a decir que no me preocupara, que ella está bien en la cárcel, y que imaginó que sería mucho peor”.
Patricia volverá en junio junto a su marido a visitar a Chabela. “Tenemos que juntar dinero para regresar y estar aquí varios días. Será en junio porque el 18 Chabela cumplirá los 22 años y queremos estar junto a ella”.
Fuente: Clarín
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